Tejer, coser y bordar son actos poderosos y hasta revolucionarios que han permanecido subvalorados y ocultos en lo que se ha definido como acciones inofensivas y menores, aunque están muy lejos de serlo. Por eso la historia –escrita y dirigida por los hombres desde la antigüedad- le ha otorgado esas labores a la mujer, creyendo que en el solitario y paciente acto del tejido podía mantenerla ocupada, estática y hablando consigo misma. El tejido se convirtió entonces en una forma de control escondida tras la invención del atributo femenino de la virtud y la paciencia. Así, la moda terminó modelando la conducta, el carácter y el cuerpo femenino hasta nuestros días. Sin embargo, grandes de los avances sociales en los últimos tiempos provienen precisamente de los levantamientos y huelgas con que pioneras revolucionarias y mujeres trabajadoras del ámbito textil exigieron sus derechos de igualdad.
Por eso Deshaciendo patrones es el nombre perfecto para una serie de obras que busca reflexionar sobre la historia, porque en la sencillez de esas dos palabras se esconden varios significados profundos. Puede leerse como la ruptura frente a las tradiciones, pero además puede entenderse como el acto de descoser los tejidos de una prenda. En ambos casos la palabra patrón –que tiene su origen etimológico y parentesco con la palabra padre- alude a algo que es norma y debe permanecer inalterable. El padre, el patrón y lo patriarcal son elementos incuestionables arraigados profundamente a las tradiciones familiares, religiosas y culturales en que se nos ha formado. Por eso, la obra de Carolina Convers ha sido desde sus inicios un análisis del rol de la mujer en la sociedad, pero al tiempo es un ejercicio de introspección, autorreflexión y cuestionamiento frente a sus propias vivencias.
La artista acude a la historia del arte -la misma que ha sido escrita y protagonizada por los hombres- y disecciona aquellas imágenes en las que la mirada masculina define a la mujer y el acto del tejido como una conducta aleccionadora y moral. Sus modelos son las hilanderas y las encajeras de Velázquez, Vermeer y otros grandes pintores que han dedicado sus obras a retratar aquello que consideraban la virtud femenina, que no era otra cosa que la sumisión y obediencia de la consagración al hogar donde, de hecho, todas las modelos aparecen siempre en el interior de un recinto como sometidas al encierro. Al tomar esas mujeres Deshaciendo patrones reescribe la historia del arte poniéndola en escrutinio.
Por eso, aunque la pintura de Convers siempre ha tenido como protagonista a la mujer vista desde la moda, la historia del arte o el álbum familiar, esta serie de obras es la que la llevan más decididamente a formular una crítica feminista a los roles adjudicados por la sociedad patriarcal en que ella ha vivido y se ha formado. La pintura se convierte en un ejercicio autorreflexivo que le permite deshacer sus propios patrones de pensamiento y conducta. Reminiscencias de su abuela modista y costurera están siempre presentes en los patrones abstractos de los cortes de ropa que superpone frente a las mujeres que retrata. Aunque estos extraños elementos han hecho parte de su obra desde sus inicios solo con el tiempo logró comprender a través de su propia pintura que eran una referencia a su abuela, y de hecho fueron esas formas geométricas las que la llevaron a comprender que incluso en su familia, a pesar de estar profundamente arraigadas las tradiciones patriarcales que definían a los géneros las labores a desempeñar, era la imponente abuela el pilar fundamental de su hogar. De esta forma, para Convers el vínculo entre el tejido y lo femenino se convirtió en algo completamente inverso a la mirada condescendiente con que la tradición patriarcal nos enseñó a mirarlo. Por el contrario, la escritora Virginia Postrel en El tejido de la civilización nos recordaría que sin el hilo y la aguja se borran grandes adelantos de la historia como la navegación, la química, la Revolución Industrial, la Ruta de la Seda, los códigos binarios, y por supuesto uno que nos corresponde, la conquista de una sociedad igualitaria.
Deshaciendo patrones deja en el aire la pregunta ¿para cuantos más el modelo de la mujer costurera realmente representa el pilar familiar que desplaza a la figura paternal o patriarcal? Al recordar la poderosa figura de la abuela modista, Convers subvierte la idea de las hilanderas y las encajeras, que pasan de disminuidos e inofensivos personajes a la vista de los pintores europeos a monumentales mujeres en grandes formatos verticales en sus pinturas. No solo su enfoque conceptual sino sus procedimientos se distancian de los modelos de los grandes artistas del pasado. “No pretendo ser mujer y pintar como hombre” decía la artista en una entrevista en 2012, y esa férrea decisión la lleva a subvertir el tema y la materia pictórica en un estilo muy personal y original que ha venido desarrollando a lo largo de su carrera. Sobre las mujeres, los patrones abstractos de Convers se superponen como planos proyectados a la tridimensionalidad gracias a una técnica que ha elaborado en su constante experimentación de la pintura con otros materiales y que le permite crear una vibrante sensación de profundidad. De esta forma las mujeres y sus tejidos desbordan la pintura como si quisieran escapar al exterior, porque, por el contrario de las de esos grandes maestros que están condenadas a la reclusión, la quietud, la estabilidad y la casa, las de Convers se proyectan al dominio del mundo exterior.
Christian Padilla